Libres del temor

Helga Seda

Publicado:08/25/2020
libertad

Libres del temor

El temor de Jehová es el principio de la sabiduría y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. Proverbios 9.10

El principio de la sabiduría

El temor de Dios es una actitud y disposición en la cual uno considera a Dios como su meta más importante y su deleite más grande. Es en este punto donde comenzamos a ser sabio. Es el dínamo que nos mueve a acercarnos a Él para conocerle más. Conocer su carácter, su propósito y su amor.

En la sabiduría se manifiesta el más grande de los deleites. El conocimiento de Dios es la meta de la inteligencia. Ambos unidos son el apoyo de la sabiduría.

Las cosas espirituales son inaccesibles cuando se comienza en el lugar incorrecto. Por ello el proverbista lo repite. El temor de Jehová aparece 11 veces en el libro de Proverbios. Sin embargo, la Biblia no se refiere al miedo o la incertidumbre que causa lo desconocido. Se refiere al conocimiento de quien es Dios, su Autoridad, su Dominio, su Perfección y sobre todo su Santidad.

Dios no se alegra con la insensatez, aborrece el pecado y la maldad. Solo si reconoces que con la carga del pecado que te agobia no podrás acercarte al Padre, podrás entonces mirar a Jesucristo y acudir a la cruz. Jesús es el Camino a la Vida. Es el principio para conocer a Dios el Padre. Todo el que no acude a Cristo esta muerto en sus delitos y pecado.

Conocer a Dios es la clave

Conocer a Dios es echar fuera el temor. Esto suena contradictorio pero la palabra temor en la Biblia se expresa en dos contextos. El primero, el temor de Jehová. Ésta es la clave para atender el llamado de Dios.

Esto no se refiere al terror que suscita un rey tirano sino al temor a un Dios Justo. Se refiere al respeto, distinción, reconocimiento y gloria que debemos al Ser más sabio del universo delante del cual se doblará toda rodilla de las que estén en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra (Filipenses 2.10-11).

Cuando el proverbista habla de los insensatos y los compara con los que temen a Dios, su propósito no es menospreciar, sino que desea crear un contraste. El contraste se utiliza en la literatura hebrea constantemente para destacar una verdad la cual resulta necesaria para tomar acción. La Escritura está llena de contrastes que llaman la atención para que reflexionemos. Para que no seamos lectores pasivos.

Por ejemplo, si te encuentras, en pleno día en un lugar totalmente oscuro puedes sentir miedo. Este se debe a que puedes caer ya que no sabes dónde estás pisando. Este temor a lo desconocido te mueve a buscar el receptor de la luz. Así que reconocer la oscuridad alrededor nuestro nos impele a buscar una fuente de luz.

Reconocer nuestra condición de pecado nos moverá a buscar la Luz del mundo, Jesucristo. Él dijo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida (Juan 8.12).

Por otro lado, cuando es de noche la oscuridad puede tener otra connotación. La noche nos provoca al descanso y el sueño. El salmista David expresa: En paz me acostaré y asimismo dormiré porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado (Salmo 4.8)

El amor de Dios te liberta

Lo desconocido nos provoca temor, pero conocer el amor de Dios nos da libertad y seguridad. En el amor de Dios no hay temor sí no que el perfecto amor echa fuera el temor porque el temor lleva en sí castigo (1 Juan 4.18).

La palabra griega temor (phobos) señala ambos conceptos. De un lado el temor con el sentido de terror y por otro lado el temor de reverencia y admiración a Dios (Lea 1Juan 4).

Viene a mi memoria la imagen de mis hijas cuando muy pequeñas. Al despertar en medio de la noche y encontrarse a solas en la oscuridad, les provocaba temor y llanto. Tan pronto me sentaba a su lado ellas dejaban de temer. La presencia de su madre a quien conocían y amaban echaba fuera todo temor y lograban dormir confiadas.

Así es el amor de Dios, nos hace libres del temor. Conocer a Jesús quien es el camino, la verdad y la vida nos libra del temor. Entender que Él nos envió al Consolador, el Espíritu Santo, a quien podemos llamar papacito, abba, nos mantiene en perfecta paz y seguridad.

El conocimiento del Santísimo es a lo que nos exhorta el proverbista. Jesús exhortó a los que le seguían, a conocerle también. Conoceréis (ginosko en griego) la verdad y la verdad os hará libres (Juan 8.32).

Conocer a Dios es un proceso en la vida cristiana. Se inicia en el nuevo nacimiento, la conversión. Aceptar a Jesús fue mi paso inicial. Es cuando reconoces que Jesucristo es el Hijo de Dios que vino a este mundo para liberarnos del pecado y la culpa.

Pude conocer a Dios personalmente. Poco a poco fui percibiendo su verdad a medida que Él se revelaba a mi vida. Conocer a Dios tiene un principio. Su verdad va creciendo en nuestra vida y el resultado se completa en una convicción personal de su existencia.

Tal es su presencia en mí, que nunca podrá ser desarraigada. Jesús, quien es la Sabiduría, me libertó del temor. Si has sentido temor e incertidumbre por tu vida tomate de la mano de Jesús. Él te guiará por el camino de su Sabiduría.

 

 

 

 

 

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